LA DIETA MEXICANA
La
gastronomía mexicana es considerada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por
la UNESCO al ser un modelo cultural completo que comprende actividades
agrarias, prácticas rituales, conocimientos prácticos antiguos, técnicas
culinarias y costumbres y modos de comportamiento comunitarios ancestrales
(UNESCO, 2010).
México
es uno de los cinco países megadiversos del mundo. Su territorio alberga fauna
y flora de dos regiones biogeográficas (neártica y neotropical). Es un país
tropical montañoso con un elevado número de endemismos, y presenta ambientes
marinos templados en el Pacífico y tropicales en el Golfo de México y Caribe,
todo lo cual significa que nuestro territorio es privilegiado en cuanto a la
variedad de ecosistemas y variación genética en las especies. Asimismo, el país
concentra entre 10 y 15% de las especies terrestres en sólo 1.3% de la
superficie ambiental (Luna Plascencia, Castañón Barrientos, & Raz-Guzmán,
2011). Por tanto, la variedad de alimentos tanto de origen animal como vegetal
es amplia y diversa.
Nutricionalmente
la dieta tradicional indígena representa una buena fuente de energía y
carbohidratos, así como de proteína si coexiste la combinación maíz-frijol, y
de vitaminas y minerales si está presente un buen contenido de frutas y
verduras, mientras que la nixtamalización del maíz para las tortillas aporta
una muy buena fuente de calcio, aunado a ello, esta dieta es baja en grasa en
su forma original y aporta un alto contenido de fibra (Soria Sánchez &
Palacio Muñóz, 2014).
Sin
embargo, el proceso globalizador ha impulsado un cambio de hábitos, en el que
se da preferencia a los alimentos industrializados cuyo contenido nutricional
es de inferior calidad y deja regir al mercado la regulación del acceso al
alimentos de alto contenido nutricional incluyendo aquellos que se dejaron de
producir como el caso del frijol dando como resultado la introducción a la
dieta convencional campesina otros alimentos de baja calidad nutricional
desplazando aquellos tradicionales (Soria Sánchez & Palacio Muñóz, 2014).
El
problema de alimentación afecta mayormente a la población indígena, la
población rural, a la región sur del país, así como a aquellos hogares con
peores condiciones de bienestar. En 2012 una de cada tres personas indígenas
padecía carencia alimentaria; igualmente, casi un tercio de la población rural presentó
esta carencia (CONEVAL, 2015). Cabe señalar que existe un cambio del patrón
alimentario de la población del medio rural e indígena provocado por el
incremento en el ingreso, el cambio en las actividades productivas y en la
preferencia de alimentos ricos en azúcares y grasas animales, que caracterizan
la dieta contemporánea en América Latina (Pérez Izquierdo, y otros, 2012).
La
población con pobreza muchas veces selecciona alimentos ricos en hidratos de
carbono simples, grasas y azúcares que, aunque les impide gozar de una
nutrición adecuada, satisfacen su apetito y se integran bien a su patrón de
consumo tradicional y a sus pautas de comensalismo (Pérez Izquierdo, y otros,
2012).
La
dieta tradicional étnica de las diferentes poblaciones indígenas de México
antes basadas en lo que se conoce como dieta de la milpa (maíz, frijol,
calabaza y chile) se ha transformado en una dieta que si bien es más variada y
está regida por los componentes de la disponibilidad y accesibilidad, también es una dieta que incluye un alto
contenido de grasas saturadas y azúcares simples, aditivos y saborizantes
artificiales acarreando con ello enfermedades degenerativas derivadas de su
abuso, lo que da lugar a la transición epidemiológica y nutricional. La
introducción de éstos nuevos alimentos (ultrprocesados) logran saciar el
hambre, ya que su costo es accesible y se encuentran disponibles en
prácticamente todo el territorio nacional, pero no han generado un mejor estado
de salud.
Es
interesante replantear qué alimentos de los modelos prehispánico y actual
deberían perpetuarse y cuáles deberían de limitarse o restringirse en vías de
obtener una dieta más balanceada y adecuada.
Referencias
CONEVAL.
(2015). Diagnóstico sobre la Alimentación y Nutrición. México, D. F.: CONEVL.
Luna
Plascencia, R., Castañón Barrientos, A., & Raz-Guzmán, A. (2011). La
biodiversidad en México su conservación y las colecciones biológicas. Ciencias
, 36-43.
Pérez
Izquierdo, O., Nazar Beutelspacher, A., Salvatierra Izaba, B., Pérez-Gil Romo,
S., Rodríguez, L., Castillo Burguete, M., & Mariaca Méndez, R. (2012).
Frecuencia del consumo de alimentos industrializados modernos en la dieta
habitual de comunidades mayas de Yucatán, México. Estudios Sociales, 20(39),
156-184.
Soria
Sánchez, G., & Palacio Muñóz, V. (2014). El Escenario Actual de la
Alimentación en México. Textos & Contextos (Porto Alegre), 13(1), 128 -
142.
UNESCO.
(2010). Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura. Recuperado el 22 de 05 de 2017, de La cocina tradicional mexicana,
cultura comunitaria, ancestral y viva - El paradigma de Michoacán:
https://ich.unesco.org/es/RL/la-cocina-tradicional-mexicana-cultura-comunitaria-ancestral-y-viva-el-paradigma-de-michoacan-00400
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